Toda la Biblia apunta a que, como pueblo de Dios y como personas nacidas de nuevo, debemos ser diferentes al mundo. Desde Génesis hasta Apocalipsis vemos un llamado constante a la santidad, a la separación del pecado y a la fidelidad a Dios. Sin embargo, en este siglo marcado por el liberalismo moral, muchas congregaciones han caído en la trampa de adoptar prácticas seculares con la excusa de ser “relevantes”. Esta corriente moderna ha engañado a muchos, haciéndoles pensar que la solución es traer las influencias del mundo a la iglesia, en vez de llevar la luz de la iglesia al mundo.
Hoy día, para muchos creyentes no se puede “juzgar” nada. No puedes corregir, advertir o instruir. Solo —dicen— debes orar, callar y asumir que “los tiempos cambian”. Pero esta mentalidad es peligrosa. La Escritura nos dice claramente que la iglesia puede cambiar métodos, tecnología y herramientas, pero jamás puede sacrificar su moral ni la integridad bíblica que Cristo exige. Podemos pasar de no tener micrófono a tener uno; podemos usar cámaras, luces y redes sociales. Eso no viola la Palabra. Pero reemplazar la doctrina, la santidad, la disciplina espiritual y el discernimiento para adaptarnos al mundo, sí destruye a la iglesia desde adentro.
Este debate se vuelve especialmente visible cuando se acerca el día de Halloween. Para algunos grupos, sobre todo juveniles, esta fecha es vista como una oportunidad para atraer personas “de afuera”. Así comienzan las actividades disfrazadas de “estrategias evangelísticas”: fiestas de disfraces dentro del templo, competencias de personajes, decoraciones de calabazas, escenografías oscuras y ambientes que nada tienen que ver con Cristo. Y todo esto se hace en nombre de una supuesta “relevancia”.
La gran pregunta es: ¿Debe la iglesia celebrar Halloween para atraer a los no creyentes? Para muchos de nosotros, la respuesta es clara: no. Halloween no es una celebración neutra. Su origen, su simbolismo y su práctica moderna apuntan a elementos espiritualmente contrarios a la fe cristiana. No hablamos de demonizar a personas, sino de reconocer bíblicamente que somos llamados a la luz, no a las tinieblas. Aun así, ciertas congregaciones han preferido abrazar esta fiesta, justificándola como una “actividad sana”, cuando en realidad están copiando exactamente lo que el mundo ofrece.
Un ejemplo reciente de esto es un video viral que ha circulado en TikTok, mostrando una enorme iglesia donde los asistentes se disfrazan y celebran Halloween dentro del templo. Muchos creyentes han reaccionado con sorpresa, otros con tristeza y otros con indignación. El video ya acumula más de 2.2 millones de visualizaciones, lo cual demuestra el alcance del impacto, pero también la magnitud del problema espiritual.
Lo más lamentable es que dicha congregación decidió celebrar Halloween en vez de reconocer una fecha profundamente significativa para nosotros: el día de la Reforma Protestante, celebrado cada 31 de octubre. Mientras muchos cristianos desconocen esta fecha histórica —cuando Martín Lutero clavó las 95 tesis denunciando los abusos de la Iglesia Católica— sí conocen perfectamente la tradición pagana de Halloween. Esta realidad refleja cuán desviada se ha vuelto la brújula espiritual de muchos creyentes modernos.
Y no se trata de legalismo ni de vivir con miedo al mundo. Se trata de discernimiento, de identidad y de obediencia a la Palabra. La iglesia no necesita disfraces, oscuridad, calabazas, brujas ni actividades ambiguas para atraer almas. La Biblia nos enseña que el Evangelio es poder de Dios; no necesita maquillarse para ser atractivo. La luz de Cristo es suficiente para transformar vidas.
A continuación te compartimos el video viral para que puedas observar la situación y dejarnos tu opinión. ¿Crees que la iglesia debe adoptar prácticas del mundo para atraer personas? ¿O crees que la iglesia debe seguir firme en su llamado a la santidad?
