Ya hay quienes se encuentran dando este paso, como es el caso de Sydney de Menezes, quien es CEO de la Startup InChurch, quien ya tuvo la experiencia junto a 14 personas de ir a predicar al Metaverso.
El CEO Sidney dejó claro que la iglesia de Dios debe estar en cualquier lugar donde se encuentren las personas:
La Iglesia en el metaverso debe ser mayúscula y debe estar donde está la gente. Detrás de cada avatar hay una persona que tiene problemas y está buscando algo. Donde hay gente, tiene que estar la iglesia.
¿Qué opinas sobre esto? ¿Evangelizarías en el Metaverso?.
El avance tecnológico ha traído consigo una nueva forma de conectarnos, no solo en lo social, sino también en lo espiritual. Lo que antes parecía una idea lejana o parte de una película de ciencia ficción, hoy se está convirtiendo en una realidad cotidiana. El Metaverso, impulsado por gigantes tecnológicos como Meta (anteriormente Facebook), busca crear espacios digitales tridimensionales donde las personas puedan trabajar, aprender, socializar y hasta congregarse. Y esto abre un debate importante: ¿puede la iglesia adaptarse a esta nueva era sin perder su esencia?
La Biblia nos enseña que debemos llevar el mensaje del Evangelio “hasta lo último de la tierra”, y en este sentido, el Metaverso puede verse como una extensión de ese mandato. No se trata solo de estar presentes en las calles o en los templos físicos, sino también de llegar a aquellos que pasan gran parte de su tiempo en entornos digitales. Muchas personas, especialmente jóvenes, buscan compañía, propósito y comunidad en el mundo virtual. Si la iglesia no está ahí, otros llenarán ese espacio con mensajes que no edifican.
Existen ya ejemplos de comunidades cristianas que están realizando cultos virtuales, estudios bíblicos y reuniones de oración dentro del Metaverso. A través de avatares, los creyentes pueden reunirse, cantar alabanzas, orar juntos y compartir la Palabra. Aunque para algunos puede sonar extraño o incluso polémico, lo cierto es que se están alcanzando personas que quizás nunca asistirían a una iglesia tradicional. Esta nueva frontera digital representa tanto un reto como una oportunidad.
Sin embargo, es importante no perder de vista que la tecnología debe ser un medio, no un fin. El verdadero propósito sigue siendo el mismo: llevar esperanza, amor y salvación a las almas necesitadas. Detrás de cada avatar, como bien dijo Sidney de Menezes, hay un corazón real, una historia, una persona que anhela consuelo o respuestas. El desafío para los cristianos es utilizar estas herramientas con sabiduría, discernimiento y propósito.
Por otro lado, también surgen preocupaciones éticas y espirituales. Algunos se preguntan si el Metaverso podría distraer de la comunión genuina o si la experiencia virtual puede sustituir la reunión física de los creyentes. Estas preguntas son válidas y deben ser discutidas con madurez dentro de la comunidad cristiana. La clave estará en mantener el equilibrio: aprovechar los recursos tecnológicos sin olvidar la importancia de la comunión presencial, el contacto humano y la vida en comunidad real.
En conclusión, el Metaverso está aquí y parece que formará parte del futuro de la humanidad. La iglesia no puede ignorar esta realidad, sino que debe discernir cómo actuar en este nuevo espacio. Tal vez no todos estén llamados a evangelizar en mundos virtuales, pero sí todos podemos reconocer que el mensaje de Cristo es universal y atemporal. Ya sea en un templo físico o en un entorno digital, el llamado sigue siendo el mismo: “Id y haced discípulos”.
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