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Pastor lleva su iglesia al metaverso

DJ Soto es un pastor estadounidense que ha llamado la atención del mundo cristiano por su innovador enfoque hacia la fe y la tecnología. Desde 2016, lidera una congregación con sede en Fredericksburg, Virginia, que ha llevado la experiencia de la iglesia a un nuevo nivel: el Metaverso. Soto ha defendido la idea de una iglesia completamente virtual, asegurando que su misión no se limita solo a creyentes, sino también a personas que no pertenecen a ninguna religión.

Este pastor visionario utiliza herramientas digitales para crear una comunidad de fe dentro de entornos virtuales tridimensionales. Su iglesia, llamada VR Church, funciona en el Metaverso, un espacio desarrollado por Meta (empresa matriz de Facebook) bajo la dirección de Mark Zuckerberg. Allí, los usuarios pueden participar de reuniones, escuchar sermones, compartir oraciones y hasta vivir experiencias interactivas que imitan la realidad.

Según Soto, el propósito de esta iniciativa es expandir el Evangelio hacia un territorio que representa la nueva era digital. “Las conversaciones sobre tecnología y espiritualidad deben coexistir”, explicó. “Tenemos personas que asisten porque tienen covid-19 o por falta de accesibilidad a una iglesia física. Somos una iglesia Web3, la primera de su tipo, que llevará al cristianismo al mundo de las criptomonedas, el blockchain y otras tecnologías de próxima generación”.

Su propuesta no se limita a reuniones virtuales. Dentro de este entorno 3D se han realizado bautismos digitales, grupos de oración y servicios completos donde cada creyente usa un avatar para interactuar con otros fieles. Soto afirma que estas experiencias pueden ser tan transformadoras como las presenciales, ya que “el Espíritu Santo no está limitado por el espacio físico”. En sus cultos, personas de diferentes países y contextos pueden orar juntas, leer la Biblia y compartir testimonios en tiempo real.

No obstante, el concepto de una iglesia en el Metaverso ha generado un intenso debate entre los cristianos. Mientras algunos lo ven como una herramienta poderosa para alcanzar a quienes no pueden asistir a una congregación física —ya sea por enfermedad, distancia o persecución—, otros consideran que una experiencia virtual nunca podrá reemplazar la comunión genuina y el contacto humano que caracterizan a la iglesia tradicional.

La Biblia describe la iglesia como el cuerpo de Cristo (1 Corintios 12:27), un cuerpo que vive y crece en comunidad. Desde ese punto de vista, muchos pastores sostienen que la reunión física, el compañerismo y la adoración conjunta son elementos insustituibles. Sin embargo, defensores como Soto argumentan que la iglesia no es un edificio, sino una comunidad de creyentes unidos por la fe, sin importar el medio por el que se conecten.

En medio de la discusión, el propio Soto reconoce que la iglesia virtual no pretende reemplazar completamente a la iglesia física, sino ampliar su alcance. Para él, el Metaverso representa un nuevo campo misionero donde las barreras geográficas desaparecen. “Jesús nos dijo que fuéramos hasta lo último de la tierra. Hoy, ese ‘último lugar’ también incluye los espacios digitales”, expresó en una entrevista reciente.

Muchos testimonios apoyan su visión. Personas que no asistían a ningún templo han encontrado en esta comunidad virtual un espacio para aprender sobre Dios y conectarse espiritualmente con otros. Algunos incluso afirman haber entregado su vida a Cristo a través de la VR Church. “Antes me sentía sola, pero ahora tengo una iglesia que me acompaña cada semana”, compartió una usuaria desde Filipinas.

Aun así, líderes cristianos tradicionales advierten que la tecnología, por útil que sea, no debe reemplazar la relación presencial y el discipulado personal. En Hebreos 10:25 se nos exhorta a “no dejar de congregarnos”, y para muchos, ese mandato implica el valor del contacto real: compartir un abrazo, orar juntos y participar físicamente de la Santa Cena.

Entonces surge la gran pregunta: ¿puede una iglesia virtual sustituir a una iglesia física? Tal vez la respuesta esté en el equilibrio. Las iglesias en línea pueden ser una herramienta poderosa para evangelizar y conectar creyentes en todo el mundo, pero nunca deberían reemplazar el sentido de comunidad tangible que Dios diseñó para Su pueblo. La tecnología puede ayudarnos a predicar el Evangelio, pero la verdadera iglesia sigue siendo aquella donde los corazones, más que los avatares, están unidos en Cristo.

Como bien dijo un seguidor de VR Church: “En el Metaverso puedo encontrar esperanza, pero en la vida real debo vivir esa fe cada día”. Quizá esa sea la esencia: usar los medios digitales como un puente, no como un sustituto, recordando siempre que la presencia de Dios trasciende pantallas, pero Su iglesia florece en el contacto humano y el amor fraternal.

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