Los cristianos estamos equivocados en algo, y es que muchas veces pensamos que, porque las plataformas digitales están contaminadas con contenido pecaminoso, nosotros no deberíamos estar presentes en ellas o que lo mejor sería crear nuestras propias plataformas exclusivas para contenido cristiano. Sin embargo, esa no debería ser nuestra actitud. En lugar de brillar por nuestra ausencia en las redes sociales, deberíamos estar usándolas para llevar el mensaje de salvación a todas partes. Jesús nos llamó a ser luz del mundo, y la luz no tiene propósito si se esconde en medio de las sombras.
Ahora estoy muy confundida, porque todo lo que veo son videos sobre Dios y Jesús, y de hecho oré la otra noche, y no sé por qué. Creo que necesito ayuda, porque simplemente no sé por dónde empezar. Simplemente no entiendo cómo, si dice que me ama tanto, no entiendo por qué lo he negado tantas veces.
Felicia creció en una familia cristiana, pero con el paso del tiempo decidió alejarse de la fe. Sin embargo, algo cambió cuando comenzó a recibir videos cristianos en su cuenta de TikTok. Lo que para otros podría ser una simple coincidencia, para ella fue una intervención divina. Dios utilizó el algoritmo de una red social —tan criticada por muchos creyentes— para tocar su corazón y recordarle su amor.
Al día siguiente de su publicación pidiendo ayuda, Felicia subió otro video agradeciendo a las personas que la habían apoyado. Confesó que temía hablar públicamente sobre su fe, pero al ver la cantidad de comentarios alentadores, decidió hacerlo. Este es un testimonio real de cómo las redes sociales pueden ser un canal de restauración cuando son usadas con propósito.
Felicia aseguró que no borrará sus videos antiguos, ya que desea que otros puedan ver su transformación, desde dónde estaba antes hasta dónde Dios la ha llevado ahora. Su testimonio es una muestra palpable de que cuando los cristianos llenamos las redes con mensajes de esperanza, el Espíritu Santo puede obrar poderosamente incluso en los lugares más inesperados.
Aquí surge una pregunta muy importante: si no hubiera cristianos en TikTok, YouTube o Instagram compartiendo mensajes de fe, ¿qué habría sido del alma de Felicia? Probablemente nunca habría escuchado nuevamente del amor de Cristo, ni habría sentido la necesidad de buscarlo. Es por eso que debemos entender que nuestro llamado no se limita a los templos ni a los púlpitos, sino que abarca todos los espacios donde haya gente necesitada de Dios, incluso en el mundo digital.
Casos como el de Felicia nos recuerdan al Maestro, quien fue duramente criticado por compartir el pan y la palabra con pecadores. Los religiosos de su tiempo no comprendían que Jesús había venido precisamente para rescatar a los perdidos. A ellos, el Señor les respondió con palabras que siguen siendo actuales y poderosas:
12 Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos.
13 Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento.
Mateo 9:12-13
Jesús no se mantuvo al margen de la sociedad por miedo a contaminarse con el pecado; al contrario, fue directamente al encuentro de los necesitados. Y ese mismo ejemplo debemos seguir nosotros. No se trata de adaptarnos al mundo, sino de ser instrumentos de transformación dentro de él. Las redes sociales son hoy una de las plazas públicas más grandes del planeta, y los cristianos no podemos dejar ese terreno vacío.
Cada publicación, video o mensaje que compartimos puede ser una semilla que el Espíritu Santo use para despertar la fe en alguien más. Quizás tú mismo, con un simple versículo o una oración, puedas ser el medio que Dios utilice para cambiar una vida. Por eso, no te calles. Usa tu voz, tus plataformas y tus talentos para dar a conocer el evangelio.
Así que sigamos predicando el mensaje de salvación tanto en las calles como en las redes sociales. Que cada publicación refleje a Cristo y que cada palabra lleve luz donde hoy solo hay oscuridad. Amén.
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