¿Qué nos enseña la Biblia acerca del gozo? Nos enseña que debemos estar gozosos todo el tiempo, dando gracias a Dios por todas las cosas, dando cánticos de alegría porque Sus obras poderosas nos han acompañado cada día, porque Su mano poderosa nos sostiene, oh hermanos no pierdan el gozo porque este gozo es eterno y nos transforma.
Ese gozo transformador que hoy tenemos, que hoy podemos palpar, viene de Dios, del Creador, de aquel que nos consuela, de Aquel que está con nosotros todos los días, de Aquel que ensancha y hace firmes nuestras pisadas. Este es nuestro Dios poderoso, por eso cantemos a Él alabanzas con gozo en Su honor y gloria.
Si Él es eterno, entonces su gozo también es eterno, ¡oh alto y sublime eres Dios!, tuya es la gloria, el poder y la alabanza. Solo en Ti está puesta nuestra confianza. No dejamos de alabarte, y de darte honra. Aunque el mundo nos aborrezca, no dejaremos de darte las alabanzas de todo corazón.
18 Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros.
19 Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece.
Juan 15:18-19
Si nuestro Señor fue aborrecido por las gentes que le rodeaban, ¿qué más será de nosotros? No miremos lo tanto que las personas nos aborrezcan, más bien, debemos ignorar eso y seguir de pie alabando a Dios porque de Él viene nuestro grande refugio. Seremos desechados, pero nuestras alabanzas no se detendrán. Sea la gloria a Ti Señor.
El gozo del Señor es una fuerza que sostiene al creyente incluso en medio de las pruebas. No se trata de una simple emoción pasajera, sino de una convicción profunda que habita en el corazón del hijo de Dios. Ese gozo permanece cuando la tristeza golpea, cuando los días parecen oscuros o cuando el dolor visita el alma. El gozo que viene del cielo no depende de las circunstancias, sino de la fe en Aquel que nos salvó y prometió estar con nosotros hasta el fin.
Por eso debemos cuidar ese gozo con todo nuestro corazón, alimentarlo con oración, con lectura de la Palabra y con cánticos de alabanza. Cuando el enemigo intente robarnos la alegría, recordemos que el gozo del Señor es nuestra fortaleza. Así lo dice la Escritura en Nehemías 8:10: “No os entristezcáis, porque el gozo de Jehová es vuestra fuerza”. Este gozo nos impulsa a seguir creyendo y a mantenernos firmes aun cuando el mundo se oponga a la verdad del Evangelio.
Cada día tenemos motivos para regocijarnos, porque el simple hecho de despertar y ver la luz del sol ya es una bendición. Tenemos un Salvador que nos amó primero, que dio su vida por nosotros y que hoy nos invita a vivir llenos de gratitud. El gozo cristiano es una respuesta a esa gracia inmerecida. Es reconocer que aunque haya dificultades, Dios sigue siendo bueno, sigue obrando y sigue cumpliendo Su propósito en nosotros.
Por tanto, no dejemos que el ruido del mundo apague el cántico de nuestro corazón. Cantemos con alegría, adoremos con libertad, y exaltemos al Dios que nos llena de paz y esperanza. Cada alabanza que sale de nuestros labios debe ser un testimonio de ese gozo que no se acaba. Recordemos que llegará el día en que todo dolor cesará y solo quedará la eterna alegría de estar en Su presencia. Mientras ese día llega, mantengamos viva la llama del gozo, porque este es el reflejo de un corazón que ha sido redimido por la gracia divina.