Creación tuya somos, Señor, y por eso debemos obedecerte y rendirnos ante Ti con humildad y gratitud. Tú, oh Dios, eres grande y poderoso, el único soberano que gobierna sobre todo lo que existe. Desde los cielos contemplas la tierra y controlas cada detalle de la creación con sabiduría perfecta. Nada escapa de Tu mirada ni de Tu poder, porque todo cuanto hay —el cielo, la tierra, los mares y lo que en ellos habita— fue hecho por Ti y para Ti. Tú sostienes el universo con el poder de Tu palabra, y cada criatura cumple su propósito bajo Tu autoridad. Por eso, debemos vivir en obediencia, en reverencia y en constante adoración al Dios omnipotente, reconociendo que solo Tú eres digno de recibir toda gloria y toda honra.
Todos los habitantes de la tierra están llamados a cantar al nombre del Dios Todopoderoso, a reconocer Su majestad y Su dominio eterno. Él es el Rey de reyes y Señor de señores, el único que reina desde la eternidad hasta la eternidad. Suyo es el poder, la gloria y el imperio, y nada ni nadie puede igualarse a Él. Cuando miramos la grandeza de la creación, vemos reflejada la magnificencia de nuestro Creador. Cada amanecer, cada estrella en el firmamento, cada ola del mar proclama Su nombre y nos recuerda que Su gloria permanece para siempre. Por eso, elevemos nuestras voces y nuestros corazones en alabanza genuina, reconociendo que nuestro Dios vive y reina por los siglos de los siglos. Alabemos Su nombre, no solo con palabras, sino con vidas consagradas a Su servicio.
1 Aclamad a Dios con alegría, toda la tierra.
2 Cantad la gloria de su nombre; Poned gloria en su alabanza.
3 Decid a Dios: ¡Cuán asombrosas son tus obras! Por la grandeza de tu poder se someterán a ti tus enemigos.
4 Toda la tierra te adorará, Y cantará a ti; Cantarán a tu nombre.
Salmos 66:1-4
Este pasaje del Salmo 66 nos recuerda la actitud correcta con la que debemos acercarnos a Dios: con alegría y reverencia. No hay lugar para la indiferencia en la adoración, porque el Señor es digno de nuestra mayor exaltación. El salmista nos invita a proclamar la gloria de Su nombre, a exaltar Sus obras maravillosas y a reconocer Su poder sobre toda la creación. Él es el Dios que abre los mares, que calma las tempestades, que derrota a los enemigos y que extiende Su misericordia a quienes le temen. Su grandeza inspira asombro, y Su poder hace que todo lo creado se incline ante Él. Los cielos declaran Su gloria y la tierra proclama Sus maravillas. A Él se someterán los reinos de la tierra, porque Su autoridad es absoluta y Su palabra es eterna.
Aclamemos, pues, al Señor con cánticos de gozo y con corazones sinceros. Exaltemos Su nombre en medio de las naciones, proclamemos Su verdad y Su fidelidad. Nuestro Dios es poderoso para salvar, fuerte para sanar y justo para juzgar. Ningún dios falso, ningún ídolo ni figura creada por el hombre puede compararse a Él. Él es el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el mismo que hoy sigue obrando en favor de Su pueblo. Somos obra de Sus manos, formados a Su imagen y semejanza, y llamados a vivir para Su gloria. Por eso, reconozcamos Su señorío sobre nuestras vidas y digamos con humildad: “Señor, Tú eres nuestro Creador, y sin Ti nada somos”.
Que todas nuestras alabanzas se eleven como incienso agradable ante el trono de Dios. Que nuestras voces se unan a las de los ángeles y a las de toda criatura que proclama Su santidad. Porque Sus obras son asombrosas, Su poder no tiene límites y Su amor es eterno. Toda nación, tribu y lengua se postrará ante Él y declarará que Jesús es el Señor, para gloria de Dios Padre. Que cada latido de nuestro corazón sea una ofrenda de adoración, que cada día de nuestra vida refleje Su grandeza, y que nunca dejemos de cantar: “Exaltado seas, Señor, en todo Tu poder. Tuya es la alabanza, la gloria y la majestad por los siglos de los siglos”. Amén.