Un corazón humilde con alabanza dirigidas al Señor

Oh, Señor, recibe toda la gloria, la honra y la alabanza. A Ti me postro todos los días de mi vida, proclamando lo bueno y misericordioso que eres, mi Dios. Desde el amanecer entono un cántico nuevo para Ti, porque solo Tú eres digno de recibir adoración verdadera. Mi alma te desea, mi corazón se rinde, y mis labios declaran tu fidelidad. No hay día en que no haya motivo para adorarte, porque aun cuando falten fuerzas, Tú sigues siendo Dios, digno de alabanza.

Con un corazón humilde y postrado ante Ti, levantaré mi voz como trompeta a Tu nombre. Declararé Tu gran poder y majestad, porque Tú eres el Dios que vive y reina para siempre. No hay reino que se compare al Tuyo, no hay trono que pueda igualar Tu gloria. Tú sostienes el universo con el poder de Tu palabra, y aun así inclinas Tu oído para escuchar la oración del humilde. ¡Cuán grande es Tu amor, oh Señor!

Con mi cántico Te alabaré, Te glorificaré, porque Tú has sido bueno y maravilloso para mí. Nadie es como Tú, mi Dios; grande eres y digno de suprema alabanza. Por eso nos postramos y damos gloria solo a Ti. Aunque el mundo cambie, aunque las circunstancias sean adversas, Tu nombre permanece firme. En medio del gozo o del dolor, mi alabanza será para Ti, porque sé que Tú estás conmigo.

A Ti, oh Señor, daré lo mejor de mí. No ofreceré alabanzas vacías, sino cánticos que broten de un corazón sincero. Cantaré a Tu precioso nombre con gratitud, y daré a conocer en las naciones Tu gran amor y majestad. Que cada pueblo, lengua y nación sepa que no hay nadie como Tú. Por eso todo lo que respira debe adorarte. Las montañas, los mares, los cielos y la tierra misma anuncian Tu poder.

Dios mío, Dios mío, con mis manos y mi voz Te invocaré de día y de noche. En la madrugada, en el silencio de la noche, mi alma elevará oración a Ti. En medio de las pruebas, cantaré; en medio de la alegría, también. Mi gozo será alabarte, y pronunciaré Tu nombre con gratitud. Porque Tú has sido mi refugio, mi roca firme en tiempos de angustia y mi canción en tiempos de paz.

Alaben el nombre de Jehová,
Porque sólo su nombre es enaltecido.
Su gloria es sobre tierra y cielos.

Salmos 148:13

Todos debemos postrarnos y bendecir el nombre de Dios, como nos enseña el versículo anterior. Solo Su nombre es digno de ser exaltado. No hay otro nombre dado a los hombres por el cual podamos ser salvos. Por eso alabamos al Señor. Cantemos a Dios con regocijo, dando gracias por su gran poder, por su fidelidad y por su misericordia que nos cubre día tras día. Quien alaba a Dios reconoce que Él es soberano, que su voluntad es perfecta y que su amor nunca falla.

Por eso, que cielos y tierra anuncien Su gloria. Que los ángeles, el sol, la luna y las estrellas se unan al coro de adoración. Que los mares bramen, que los árboles aplaudan y que toda criatura proclame: “¡Santo es el Señor Dios Todopoderoso!” Él es el que vive y reina por los siglos de los siglos, y Su reino no tendrá fin. Alaben el nombre de Dios. Amén. Que cada día de nuestra vida sea un cántico para Él, un testimonio vivo de su gracia, y que nunca falte en nuestros labios la alabanza que Él merece.

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