El evangelio no se limita a ningún país o continente, no tiene fronteras, debe llegar a todo lugar. No importa que aquella cultura rechace el nombre de Jesús o que las leyes quieran prohibirlo, Dios llega a cualquier rincón del mundo y transforma al peor de los pecadores en un cristiano devoto.
Todos conocemos a la China comunista, un país con un sistema político muy estricto, donde por muchos años se ha perseguido la fe cristiana y se han controlado las religiones. Sin embargo, a pesar de estas restricciones, el evangelio ha logrado abrirse camino. Hoy, de manera silenciosa pero poderosa, Jesús está siendo predicado en China.
En China está ocurriendo algo sorprendente: el mover de Dios se está expandiendo a través de la música cristiana. Muchos jóvenes, incluso aquellos que no han crecido dentro de una iglesia, están sintiendo curiosidad por las letras que hablan de esperanza, fe y amor. Asisten a conciertos, comparten canciones en redes sociales y preguntan por el significado de cada letra. Esto confirma lo que dijimos desde el principio: el evangelio no tiene fronteras.

Se dice que en este nuevo mover espiritual, varios artistas cristianos de diferentes países se han mudado a China para ser parte de lo que Dios está haciendo allí. No se trata solo de cantar, sino de compartir su fe en medio de una cultura que, aunque distinta, tiene corazones que también necesitan del amor de Dios.
Entre esos artistas destaca una joven llamada May (o Mey), quien está ganando popularidad rápidamente. Muchos creen que podría convertirse en una de las voces cristianas más influyentes de China. Ella ha declarado públicamente que está apasionada por Jesús y que su deseo es cantar de Él en diferentes idiomas para llegar a más personas. May es la vocalista principal de la banda cristiana llamada Weland.
Mey dijo:
“Estoy feliz de saber que los aficionados en China disfrutan mi música. Escuchan mis canciones en el metro, en el camino al trabajo… se oyen por todo Pekín. Pero también les digo que mi música se trata de Dios. Jesús es mi inspiración. Yo le canto a Él”.
Su testimonio ha impactado no solo a jóvenes chinos, sino también a otros artistas cristianos que ven en ella un ejemplo de valentía y autenticidad. Muchos cantantes aseguran que el crecimiento de May es una prueba de que Dios se está moviendo fuertemente en Asia, especialmente entre los jóvenes.
En las redes sociales chinas, hay videos y publicaciones de jóvenes cantando sus canciones en plazas, parques, universidades y hasta en los trenes. Algunos no saben exactamente quién es Jesús, pero sienten paz al escuchar sus letras. Otros, que ya conocen el evangelio, encuentran en su música una forma de adorar a Dios sin temor.
Este despertar espiritual nos recuerda que Dios utiliza diferentes herramientas para alcanzar corazones: a veces es una prédica, otras veces una Biblia escondida, y muchas veces es a través de una canción. La música atraviesa idiomas, culturas y muros invisibles que los seres humanos construyen.
Aunque todavía hay restricciones religiosas en China, nada puede detener la obra de Dios. Las iglesias en casas siguen creciendo, los grupos de oración se multiplican y ahora, la música cristiana se ha convertido en un canal más para anunciar el evangelio. No es una moda, es un avivamiento silencioso.
Por eso, oremos para que la música de May y de muchos otros artistas siga entrando en hogares, escuelas y ciudades donde el nombre de Jesús aún es poco conocido. Que cada canción siga tocando corazones, sanando vidas y recordando que Cristo es el mismo en América, en Europa y también en Asia.
El evangelio no se detiene. Puede ser prohibido por leyes humanas, pero nunca por la voluntad de Dios.
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