Confiando en Dios en tiempos difíciles

Todos nosotros como creyentes pasamos por momentos crudos y amargos, etapas donde la fe es probada y el corazón parece estremecerse. Hoy quiero contarles un momento muy crudo que pude vivir el 14 de febrero de este mismo año (2016). No lo olvido, porque fue una de esas experiencias que te hacen entender de manera más real lo que significa confiar plenamente en Dios.

Ese día regresaba a mi país, República Dominicana, después de visitar a mi familia en España y Holanda. Todo parecía normal. El vuelo había despegado sin contratiempos, el clima estaba despejado y a mi lado se sentó una señora amable con la que comencé a conversar. Hablábamos de cosas cotidianas, de nuestras familias, de los lugares que habíamos visitado. Todo transcurría con tranquilidad, hasta que de repente el avión comenzó a sacudirse con una fuerza inusual. Al principio pensé que era una turbulencia común, de esas que uno siente de vez en cuando, pero pronto me di cuenta de que esta vez era diferente.

El avión comenzó a moverse violentamente, y el sonido de los motores se mezclaba con el murmullo nervioso de los pasajeros. Las turbulencias no duraron unos segundos, como suele pasar, sino varios minutos que parecían eternos. Las personas comenzaron a temblar y a llorar. Vi hombres aferrarse a los asientos, madres abrazando a sus hijos, y la señora que estaba junto a mí comenzó a llorar desconsoladamente. Yo traté de tranquilizarla, pero en el fondo sabía que también podía ser el final.

Recuerdo claramente mirar por la ventana y pensar: “Señor, si este es mi momento, que sea conforme a tu voluntad”. Sentí una paz que no venía de mí, una calma que solo puede provenir de Dios. No lloré, no grité, no temblé. Solo oré. Le di gracias a Dios por mi vida, por mi familia y por la oportunidad de haber conocido su amor. En medio del caos y del miedo colectivo, experimenté algo glorioso: la certeza de que, pase lo que pase, el Señor está en control.

Esa experiencia me enseñó algo que ningún sermón ni lectura había logrado grabar tan profundamente en mi corazón: mi confianza en Dios es más fuerte que cualquier peligro. Él sigue siendo fiel aun cuando el mundo parece derrumbarse. Su fidelidad sobrepasa las tormentas, las aflicciones y los momentos difíciles. Cuando todo tiembla alrededor, Él permanece firme, y quienes confían en Él no son movidos.

Muchas veces cuestionamos a Dios por las cosas que pasan, olvidando que no fuimos llamados a entenderlo todo, sino a confiar. Él, como buen Padre, sabe el porqué de cada situación. Nosotros solo vemos una parte de la historia, pero Él ve el cuadro completo. Quizás ese avión hubiese caído aquel día, pero aun así habría estado seguro en Sus manos. Como dijo el apóstol Pablo: “Para mí, el vivir es Cristo, y el morir es ganancia”. Esa verdad resonó con fuerza en mi mente mientras todo se movía a mi alrededor.

Hoy, cada vez que recuerdo ese vuelo, doy gracias a Dios. No porque todo salió bien, sino porque en medio del miedo, Él me dio fe. En cada momento crucial de mi vida, Él ha estado ahí, sosteniéndome, guiándome, fortaleciéndome. No me apoyo en mis propias fuerzas, porque sé que sin Él nada puedo hacer. Mientras tenga vida, deseo seguir sirviendo, testificando y contribuyendo, aunque sea con un pequeño grano de arena, al avance del evangelio de Cristo.

Si alguna vez sientes que todo se tambalea, recuerda que hay un Dios que no cambia. Él está contigo en cada vuelo turbulento, en cada noche oscura, en cada lágrima. Que tu confianza en Dios nunca te falle, porque aun cuando todo parezca perdido, Él sigue siendo tu roca firme y tu refugio seguro.

...
Siete errores que no debes cometer en tu sitio web
La adoración de un verdadero adorador