Pero sus declaraciones no se detuvieron ahí. El líder religioso también se refirió a los miembros de iglesia que trabajan en áreas relacionadas con la publicidad deportiva, especialmente en campañas de fútbol. Con tono firme, el pastor exclamó:
“¡Disciplínalo! ¿Trabajador de la iglesia haciendo publicidad de fútbol? ¡Habla así, conmigo no caminas! ¡Aquí no! ¡Esa es la regla general!”
Estas palabras encendieron un debate intenso. Muchos internautas consideraron que se trataba de una postura excesivamente legalista o incluso una muestra de religiosidad extrema. Otros, en cambio, defendieron el punto de vista del pastor, interpretando que su mensaje buscaba alertar sobre el peligro de la idolatría y de poner los intereses terrenales por encima de los valores espirituales.
El fútbol, especialmente en Brasil, es más que un deporte: es parte de la identidad cultural y un tema profundamente emocional. Por eso, para muchos creyentes, resulta difícil aceptar que apoyar a un equipo pueda considerarse incompatible con la fe. Algunos pastores y teólogos salieron en defensa de los cristianos que disfrutan del fútbol, afirmando que ver o apoyar un deporte no es pecado en sí mismo, siempre y cuando no se convierta en una pasión que sustituya la devoción a Dios.
La Biblia enseña claramente que el creyente debe evitar todo tipo de idolatría (Éxodo 20:3-5), pero también que “todo me es lícito, pero no todo conviene” (1 Corintios 10:23). Es decir, la clave no está en la actividad en sí, sino en la actitud del corazón. Si el amor por un equipo o un jugador ocupa el lugar que solo le pertenece a Cristo, entonces se convierte en un problema espiritual. Sin embargo, disfrutar de un deporte como espacio de recreación y compañerismo no necesariamente contradice la fe cristiana.
Muchos líderes cristianos contemporáneos sostienen que los deportes, correctamente entendidos, pueden ser una oportunidad para evangelizar y conectar con otros. De hecho, existen ministerios cristianos dedicados al ámbito deportivo que predican el Evangelio a través del fútbol y otras disciplinas. Ejemplos como Atletas de Cristo en Latinoamérica o Fellowship of Christian Athletes en Estados Unidos muestran que el deporte puede ser un medio para glorificar a Dios y no necesariamente un obstáculo.
Por otro lado, el comentario del pastor Cardoso refleja una preocupación válida sobre cómo algunos creyentes permiten que sus pasiones mundanas ocupen el primer lugar en su vida. En tiempos donde las redes sociales y los eventos deportivos generan auténticas “idolatrías colectivas”, su advertencia puede entenderse como un llamado a la reflexión: ¿estamos más apasionados por Cristo o por nuestros intereses personales?
La controversia también abrió un diálogo sobre los límites entre la libertad cristiana y la disciplina espiritual. Algunos creyentes sostienen que la santidad implica una separación radical del mundo, mientras que otros creen que el Evangelio debe vivirse en medio de la cultura, sin caer en extremos. Como dice Romanos 14:4: “¿Tú quién eres para juzgar al criado ajeno? Para su propio señor está en pie o cae”. En otras palabras, cada cristiano debe examinar su conciencia ante Dios y actuar con sabiduría.
En conclusión, las declaraciones del pastor Elias Cardoso han reavivado una discusión antigua dentro del cristianismo: ¿dónde termina la diversión sana y comienza la idolatría? Mientras algunos defienden su postura como una defensa de la pureza espiritual, otros la ven como una exageración que desconecta la fe de la realidad cotidiana. Lo cierto es que el tema nos invita a reflexionar sobre nuestras prioridades y a recordar que, como enseña 1 Corintios 10:31, “ya sea que comamos o bebamos, o que hagamos cualquier otra cosa, hagámoslo todo para la gloria de Dios”.
¿Y tú qué opinas? ¿Crees que un cristiano puede apoyar un equipo de fútbol sin comprometer su fe? Déjanos tu comentario y comparte tu perspectiva sobre este debate que continúa generando conversación entre creyentes.
...