El cantante brasileño Jotta A, recordado por su asombroso talento vocal y su emotiva interpretación de Agnus Dei en el programa de Raul Gil en 2011, ha sido nuevamente tema de conversación tras reiterar su distanciamiento del cristianismo y de la música cristiana. Con apenas 13 años, Jotta A cautivó al público latinoamericano y fue considerado una de las promesas más brillantes de la música góspel. Sin embargo, con el paso de los años, su vida tomó un rumbo muy distinto al que muchos esperaban.
En declaraciones recientes, el artista compartió que su decisión de alejarse de la fe institucional y de la música cristiana fue motivada, entre otras cosas, por la lucha interna con su orientación sexual. Según explicó, desde los 14 años comenzó a experimentar dudas y conflictos en esa área, llegando incluso a hablar con su familia sobre sentirse “bisexual”. No obstante, en ese momento, sus padres y allegados no le dieron demasiada importancia, pensando que sería una simple fase pasajera. Con el tiempo, esos sentimientos se fueron intensificando, al punto de hacerlo reconsiderar su relación con la iglesia y su rol dentro del mundo cristiano.
A pesar de las tensiones que atravesaba, Jotta A continuó durante varios años participando en eventos y conciertos cristianos, intentando mantener su carrera en el ámbito de la fe. Sin embargo, su lucha personal se fue volviendo más visible, y en 2020 anunció públicamente su retiro del ministerio musical cristiano, señalando que necesitaba encontrar “paz y autenticidad”. Desde entonces, ha adoptado una postura más liberal respecto a la fe, afirmando que “Jesús ama y acepta a todos como son”, independientemente de su orientación sexual o de si pertenecen o no a una iglesia.
En una de sus entrevistas más recientes, el artista expresó que “ya no se identifica con ninguna religión”, aunque sigue creyendo en Dios y considera que su fe personal no depende de instituciones ni de doctrinas humanas. No obstante, estas declaraciones generaron un profundo debate en redes sociales y entre líderes cristianos, muchos de los cuales lamentaron su decisión y lo instaron a buscar restauración espiritual en Cristo.
La controversia no se detuvo ahí. Jotta A también reveló que tras hacer pública su orientación sexual ha recibido amenazas de muerte por parte de personas que se dicen creyentes, lo cual lo ha afectado profundamente. “He recibido mensajes terribles. Hay quienes me dicen que me matarán si me ven en la calle”, declaró. Estas amenazas han sido condenadas por la comunidad cristiana seria, recordando que la violencia o el odio no representan en absoluto el mensaje de amor y gracia del evangelio de Jesucristo.
El caso de Jotta A refleja un problema espiritual y social más amplio: muchos jóvenes dentro de las iglesias enfrentan luchas internas que no saben cómo abordar, y al no encontrar orientación bíblica acompañada de amor y comprensión, terminan alejándose. No debemos olvidar que el llamado de la iglesia es a restaurar, no a condenar. Jesús mismo dijo: “No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento” (Mateo 9:13).
Jotta A fue un instrumento usado por Dios en su niñez para bendecir a miles de personas con su voz y testimonio. Muchos recuerdan sus interpretaciones de temas como Descansa en mí y Agnus Dei, canciones que inspiraron a una generación entera de creyentes. Es por eso que su situación actual ha conmovido tanto al público cristiano, que ruega para que un día pueda regresar al camino del Señor con el mismo fervor con el que alguna vez cantó.
Como creyentes, debemos evitar caer en el juicio fácil y recordar que todos somos vulnerables y necesitamos de la gracia de Dios cada día. La Biblia enseña que debemos orar unos por otros y mostrar compasión hacia quienes se han apartado. No olvidemos las palabras de Gálatas 6:1: “Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado.”
Sigamos orando por Jotta A y por todas aquellas personas que enfrentan batallas similares, para que puedan experimentar la verdadera libertad que solo Cristo puede ofrecer. La salida nunca está en huir de Dios, sino en correr hacia Él, con humildad y confianza en su misericordia. Que el Señor obre en su corazón y lo atraiga nuevamente a su presencia.