Paradise PD es una famosa serie animada para adultos, y cuando decimos «para adultos» es en todo el sentido de la palabra, así que mucho cuidado con dejar que sus hijos vean esta serie de Netflix, incluso, no es una serie apta para una persona cristiana.
El mes pasado (marzo) la serie lanzó su tercera temporada, pero esta vez escaló a un nivel donde se blasfema de la persona de Jesucristo, lo cual no es la primera vez que vemos en Netflix, pero así como pasa el tiempo se ve con más continuidad este tipo de cosas.
En el episodio número cuatro de la tercera temporada, se burlan de la persona de Jesús en una escena que trata sobre la seguridad de las armas en los Estados Unidos. En tal episodio se a «Jesús» bajar de la cruz mientras manipula dos rifles y mata a todos los que le crucificaron y la blasfemia va más allá, puesto que termina celebrando este acto mientras tiene relaciones sexuales con dos mujeres.
A finales del 2019 hubo un gran revuelo con un especial de navidad de Porta dos Fundos que presentaba a Jesús como gay y por esto muchos cristianos pedían a otros cristianos que cancelaran sus cuentas de Netflix para que no sigan propagando este tipo de cosas, y aunque muchas personas lo cancelaron, la compañía jamás retiró la serie.
De la misma forma, está vez, Monica Cole, está pidiendo a través de Twitter que cancelen sus cuentas de Netflix por la burla de este cortometraje de 15 segundos hacia la persona de Jesús.
Monica lo dice de esta manera y con toda la razón del mundo, ya que ella dice que algo de esta magnitud ofende a la fe de más de 2 mil millones de cristianos en todo el mundo. Y eso, que nuestro mundo actual nos tilda de «no respetar a los demás». Además finalizó diciéndo:
Jesús no será objeto de burla. Un millón de mamás no lo tolerará.
La polémica que rodea a Paradise PD se suma a una lista cada vez más extensa de producciones que, bajo el argumento de la “libertad de expresión” o el “humor negro”, traspasan los límites del respeto a la fe cristiana. Este tipo de contenidos generan debates intensos entre quienes defienden la sátira como forma de arte y quienes consideran que existen temas que no deben ser tratados con burla o ligereza, especialmente cuando afectan las creencias religiosas de millones de personas alrededor del mundo.
Los creyentes han manifestado su indignación en distintas plataformas, no solo porque la escena mencionada ridiculiza un símbolo sagrado del cristianismo, sino porque muestra una clara intención de provocar y desafiar las convicciones de quienes profesan la fe en Jesús. Este tipo de representaciones no solo son ofensivas, sino que además fomentan la normalización del irrespeto hacia lo espiritual, algo que muchos ven como un reflejo de la decadencia moral que caracteriza a gran parte del entretenimiento moderno.
Las críticas hacia Netflix no son nuevas. Desde hace años, diversos grupos han denunciado la presencia de producciones que promueven mensajes contrarios a los valores cristianos y familiares. En cada ocasión, se generan campañas en redes sociales y sitios web para pedir el retiro del contenido o incentivar la cancelación de suscripciones. Sin embargo, la empresa raras veces responde de manera directa, escudándose en la diversidad de su catálogo y en la defensa de la libertad artística de sus creadores.
Por otro lado, muchos cristianos ven estos episodios como una oportunidad para fortalecer su fe y alzar la voz frente a la cultura del entretenimiento que busca trivializar lo sagrado. En tiempos donde el respeto parece perder valor, levantar la voz por Cristo se convierte en un acto de valentía. Las Escrituras nos recuerdan que debemos defender la verdad con amor y firmeza, sin ceder ante la presión de un mundo que cada vez se aleja más de los principios divinos.
La reacción de movimientos como “Un millón de mamás” muestra que aún existen personas dispuestas a proteger los valores espirituales y familiares. Estos grupos han insistido en que no se trata de censura, sino de exigir responsabilidad a las plataformas que influyen en la sociedad. Exponer a las nuevas generaciones a este tipo de contenido puede tener consecuencias profundas, pues lo que se presenta como comedia puede sembrar en los jóvenes una percepción distorsionada de lo que representa la fe cristiana.
Finalmente, este caso vuelve a abrir el debate sobre hasta qué punto las plataformas de entretenimiento deberían considerar los valores y sensibilidades de su público. Para muchos creyentes, es claro que la mejor forma de expresar descontento es dejando de consumir lo que ofende su fe y promoviendo contenidos que inspiren, edifiquen y transmitan mensajes positivos. Así, en medio de la controversia, los cristianos pueden reafirmar su compromiso de mantenerse firmes en su fe y de elegir siempre lo que glorifique a Dios.
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