El racismo sigue siendo un tema profundamente sensible en pleno siglo XXI. Aunque el mundo ha avanzado en muchos aspectos, la discriminación racial continúa siendo una herida abierta que se manifiesta de diferentes formas. Las tensiones se intensificaron tras el asesinato de George Floyd en 2020, un hecho que provocó una ola global de protestas contra el racismo y la injusticia social. En medio de este contexto de sensibilidad y debate, la cantante cristiana brasileña Isadora Pompeo se vio envuelta en una gran controversia luego de ser acusada de racismo en las redes sociales.
Las críticas hacia Pompeo se multiplicaron rápidamente. Muchos argumentaron que este tipo de prácticas no son simples actos estéticos, sino que reproducen dinámicas históricas de desigualdad y desprecio. En el pasado, actores blancos utilizaban maquillaje oscuro —una práctica conocida como “blackface”— para representar caricaturas de personas negras, reforzando estereotipos racistas y privando a actores afrodescendientes de oportunidades en la industria artística. Aunque las intenciones de la cantante pudieran no haber sido maliciosas, muchos consideraron que su acción evocaba ese doloroso pasado.
Los comentarios negativos no tardaron en llegar. Cientos de usuarios de redes sociales expresaron su indignación, señalando que mientras las personas negras son marginadas o juzgadas por usar su propio cabello natural o portar trenzas, las personas blancas reciben elogios cuando imitan esos mismos estilos. Uno de los mensajes más compartidos decía lo siguiente:
¿Isadora es blanca? Mientras que los negros sufrimos racismo por usar trenzas, por manifestar nuestra cultura, somos asesinados por el color, ¡una mujer blanca es aplaudida y vista como genial! Y todavía se atreve a llenarse la cara con una base de piel negra, pensando que ser negro está de moda.
Ante la magnitud de la controversia, Isadora Pompeo decidió pronunciarse públicamente en su cuenta de Instagram. En su comunicado, reconoció que pudo haber actuado de manera irresponsable, pidió perdón a quienes se sintieron ofendidos y expresó su deseo de aprender de la experiencia. Sus palabras fueron las siguientes:
“Cometo errores, pero nunca dejaré de aprender por orgullo. A quien he ofendido, perdóneme. Quien me entendió, gracias. Quien está enojado conmigo, lo entiendo. A quien le falté el respeto, nunca fue mi intención. Sobre ustedes, sean fuertes. Sobre mi color, soy lo que soy. No soy negra, ni quiero hacerme pasar por una. No soy ignorante, puedo haber actuado de manera irresponsable. Investigué, busqué, recibí apoyo y críticas, pero tengo una conciencia que no me condena y un Cristo que no me arroja piedras. A aquellos que nunca cometieron errores, arrojen la primera piedra. Con amor, yo.”
La respuesta de la cantante reflejó un tono humilde y cristiano, apelando al perdón y a la reflexión. Muchos de sus seguidores valoraron su disposición para reconocer el error y aprender, mientras otros consideraron que el daño ya estaba hecho. En todo caso, el incidente abrió una conversación más amplia dentro del ámbito cristiano acerca del racismo, la empatía y la necesidad de sensibilizarse ante temas sociales que afectan a millones de personas.
En el contexto de la fe, esta situación también invita a los creyentes a examinar sus acciones y actitudes a la luz del Evangelio. Jesús nos enseñó a amar al prójimo sin distinción, a tratar con respeto y compasión a todos los seres humanos, reconociendo que todos fuimos creados a imagen de Dios. Efesios 2:14 dice: “Porque Él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación.” La verdadera fe debe manifestarse en amor, justicia y humildad, especialmente en una sociedad marcada por divisiones.
Hoy, más que nunca, los cristianos están llamados a ser luz en medio de la oscuridad, a escuchar y aprender antes de juzgar, y a promover la reconciliación y la igualdad. Casos como este, aunque polémicos, pueden servir como recordatorio de que todos necesitamos crecer en comprensión y empatía. Que el Señor nos ayude a reflejar Su amor en cada palabra y acción, recordando siempre que, ante Su mirada, no hay diferencias de raza ni color, sino un solo pueblo redimido por la sangre de Cristo. Amén.

...