Cantemos a Dios porque Él ha hecho maravillas

Como no bendecir y glorificar el santo y glorioso nombre de Dios, cantemos a Él por su grande amor y porque su gracia nos sostiene todos los días.

Solo a Dios debemos dar la gracias, levantar nuestras manos, cantar gozo y celebrar su victoria en todo el mundo. Que cada día nuestras alabanzas sean dirigidas solo a Él, no callemos delante de Él. Que nuestro ser se rinda por completo en alabanzas a nuestro Dios santo y poderoso.

No hay otro que pueda recibir de nosotros las alabanzas y cánticos, solo hay uno que se merece todo, que nuestros corazones alaben a Dios, que nuestras bocas pronuncien lo bueno y maravilloso de las obras que se encuentran en Él.

1 Los cielos cuentan la gloria de Dios, Y el firmamento anuncia la obra de sus manos.

2 Un día emite palabra a otro día, Y una noche a otra noche declara sabiduría.

Salmos 19:1-2

David dijo que los cielos cuentan la gloria de Dios, y lo que hay en el firmamento anuncia de Su poder y su grandeza. Nosotros también podemos dar más ya que somos una creación perfecta y hecha a su imagen y semejanza. Cantemos a su nombre.

Podemos notar las obras hechas por sus manos cuando miramos a nuestro alrededor y vemos todo lo que nos rodea, lo maravilloso que es todo lo creado por Él. Es por eso que debemos gozarnos y alegrarnos en el Señor, vivir gozosos, cantando alegres y sin amargura porque con Él gozo no habrá tristeza ya que Su poder y Su amor nos sostienen de día y de noche.

David se sentía confiado en sus momentos más tensos, ya que Dios siempre estaba atento. Vemos el agradecimiento de David hacia Dios pero, ¿cómo notamos esto? Los salmos escritos por David nos muestran las adoraciones y cánticos que Él depositaba hacia Dios.

Te alabaré, oh Jehová, entre los pueblos; A ti cantaré salmos entre las naciones.

Salmos 108:3

Por eso todas las naciones y sus líderes deben postrarse y rendir adoración y tributo a Dios, cantemos todos a una voz a Dios quien vive y reina por los siglos de los siglos, Él fue que una vez estuvo muerto, pero ahora vive para siempre. Todos reconozcan su poder y amor.

El salmista nos enseña que la adoración no debe limitarse a un lugar o momento, sino que debe brotar de un corazón agradecido en todo tiempo. Cuando reconocemos las maravillas que Dios hace cada día —la vida, el aire, la provisión, la familia, la salvación— entonces entendemos que cada respiración es una oportunidad para exaltar su nombre. El universo entero se une en una sinfonía perfecta para dar testimonio de su gloria, y nosotros somos parte de esa melodía celestial.

La alabanza sincera tiene poder, transforma el ambiente y cambia la atmósfera espiritual. Cuando cantamos a Dios con fe, no solo expresamos gratitud, sino también confianza. Muchas veces, en medio de la adversidad, cantar a Dios puede parecer difícil, pero es precisamente allí cuando la alabanza se convierte en un arma poderosa que rompe cadenas y nos llena de esperanza. Así como David adoró aun en medio de la persecución, nosotros también debemos aprender a levantar cánticos en medio de la prueba.

Cada palabra de adoración que sale de nuestros labios es una ofrenda que asciende al trono del Altísimo. No hay oración o cántico que se pierda en el vacío, pues Dios escucha y se complace en el corazón humilde que le reconoce como Señor. No se trata de tener la mejor voz, sino de tener el corazón correcto, dispuesto a exaltar su nombre sobre todas las cosas.

Recordemos siempre que la alabanza no es solo una parte del servicio dominical, sino un estilo de vida. Es caminar cada día con gratitud, hablar con amor, servir con gozo y reflejar a Cristo en todo lo que hacemos. Cuando nuestras vidas se convierten en un cántico constante, el mundo puede ver a través de nosotros la bondad y fidelidad del Señor.

Por tanto, levantemos nuestras manos, abramos nuestros labios y adoremos con alegría. Que cada nota, cada palabra y cada acción glorifiquen al Dios que creó los cielos y la tierra. Que nuestras alabanzas suban como incienso agradable ante su presencia, y que el gozo del Señor sea siempre nuestra fortaleza. Él es digno, Él es santo, y su amor es eterno. ¡A Él sea toda la gloria, por los siglos de los siglos! Amén.

...
Dios es soberano y merece todos nuestros cánticos
No hagas esto cuando el grupo de alabanza canta