Origen del himno «¡Cuán grande es Él!»
La historia de este hermoso himno comienza en Suecia, en el año 1885, cuando un joven de 25 años llamado Carl Gustav Boberg regresaba a su hogar después de un servicio religioso. Boberg era pastor luterano, poeta y músico, y en aquel día común vivió una experiencia extraordinaria. Mientras caminaba, comenzó a escuchar las campanas de la iglesia sonar a lo lejos, marcando el final del culto. De pronto, el cielo se oscureció y una tormenta repentina se levantó, acompañada de truenos, relámpagos y un fuerte viento. Aquel espectáculo de la naturaleza capturó toda su atención.
Después de unos minutos, la tormenta cesó tan rápidamente como había llegado. El aire se llenó de frescura, las nubes se disiparon y un arco iris apareció en el horizonte. Boberg se detuvo en la cima de una colina cerca de la bahía de Mönsterås y contempló la calma que había dejado el temporal. Podía escuchar el canto de los pájaros mezclándose con el distante repique de las campanas. Fue en ese instante cuando una profunda sensación de reverencia llenó su corazón. Sintió una paz indescriptible y, movido por la grandeza del Creador, escribió los versos del poema titulado “O Store Gud”, que en español significa “¡Oh gran Dios!”.
El poema fue publicado por primera vez en 1886 en una revista local y, poco tiempo después, fue musicalizado con una melodía popular sueca. Tres años más tarde, en 1888, se cantó públicamente por primera vez en una iglesia de la provincia de Varmland. Desde entonces, el himno comenzó a extenderse por toda Suecia y posteriormente por el norte de Europa. Su mensaje de asombro ante la creación de Dios y su obra redentora tocó profundamente el corazón de los creyentes.
A lo largo del tiempo, el himno fue traducido a diferentes idiomas. En 1912 fue adaptado al alemán y posteriormente al ruso por el misionero inglés Stuart K. Hine, quien, inspirado por su labor misionera en Ucrania, tradujo y amplió el texto en inglés bajo el título “How Great Thou Art”. Fue esta versión la que alcanzó fama mundial durante el siglo XX. Hine añadió estrofas que hablaban sobre la segunda venida de Cristo y el gozo del creyente al contemplar su salvación. De esta manera, el himno adquirió una nueva profundidad teológica y se convirtió en una declaración universal de adoración.
En el siglo XX, “How Great Thou Art” fue popularizado por cantantes como George Beverly Shea durante las cruzadas evangelísticas de Billy Graham, llevando su mensaje a millones de personas en todos los continentes. Más tarde, fue interpretado por artistas cristianos y seculares, entre ellos Elvis Presley, quien lo consideraba uno de sus cantos favoritos. En el mundo hispano, “¡Cuán grande es Él!” se volvió un himno indispensable en los cultos de adoración, traducido con fidelidad al mensaje original, exaltando la majestad de Dios y su incomparable poder.
Hoy, más de un siglo después, “¡Cuán grande es Él!” sigue siendo cantado con el mismo fervor. Sus versos, que comienzan diciendo: “Señor, mi Dios, al contemplar los cielos, el firmamento y las estrellas mil…”, nos invitan a reconocer la gloria de Dios reflejada en su creación y en la obra redentora de Cristo. Es un canto que une generaciones y lenguas, y que nos recuerda que, sin importar el tiempo o el lugar, el corazón humano siempre necesita rendirse ante la grandeza del Creador.
Que cada vez que lo entonemos podamos decir con convicción y humildad: “Mi corazón entona la canción: ¡Cuán grande es Él!”
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