La Palabra de nuestro Señor Jesús mora en cada uno de nosotros, ellas son sabiduría a nuestros corazones, y que cada día nos llenan de bendiciones y de conocimientos para que así podamos ser fieles al llamado del Altísimo Dios, por ellas conocemos que debemos rendirnos delante de Dios, dando gloria y alabanzas al Cordero que fue inmolado en el Calvario por nuestros pecados, todos demos alabanzas de gratitud a Dios.
Que nuestras bocas siempre estén rebosadas de alabanzas para nuestro Dios grande y sublime, merecedor de toda gloria y honra, Él es Dios, nuestro Dios que vive para siempre, Aquel que nos da enseñanza, Aquel que sobrepasa todo entendimiento, sea la alabanza y el imperio por los siglos de los siglos. Que su alabanza sea de continuo en nuestras bocas y corazones, día tras día seamos gratos delante de Él.
Su gloria sera manifiesta en nuestras vidas, nuestras bocas serán llenas de alabanzas para adorar a Dios que es el Alto y Sublime, cantemos a Dios por este hecho tan maravilloso, de poder cantar delante de Su Presencia, pues este privilegio de ser hijos y herederos de la gran promesa. Dios habita en medio de Su pueblo, del pueblo que clama a Él con alabanzas del corazón.
Veamos qué nos dice el libro de Colosenses acerca de la alabanzas a Dios: