Estamos viviendo espantos por todos lados; enfermedades, guerra, rumores de guerra, desastres naturales, y ver la maldad multiplicarse cada día que pasa, es algo que nos atormenta y a veces hasta nos hace desfallecer, pero no debe ser así, debemos permanecer confiados en Dios y cantar de su nombre, porque somos más que privilegiados de estar en sus moradas.
El Salmo 84 es un cántico que nos habla de esa bienaventuranza que es estar en las moradas de Dios:
1 ¡Cuán amables son tus moradas, oh Jehová de los ejércitos!
2 Anhela mi alma y aun ardientemente desea los atrios de Jehová; Mi corazón y mi carne cantan al Dios vivo.
3 Aun el gorrión halla casa, Y la golondrina nido para sí, donde ponga sus polluelos, Cerca de tus altares, oh Jehová de los ejércitos, Rey mío, y Dios mío.
4 Bienaventurados los que habitan en tu casa; Perpetuamente te alabarán. Selah
5 Bienaventurado el hombre que tiene en ti sus fuerzas, En cuyo corazón están tus caminos.
Salmo 84:1-5
En medio de toda esta tempestad Dios es nuestro refugio, nuestra roca fuerte, y debe ser un anhelo para cada uno de nosotros el poder estar en la casa de Dios. ¿Acaso hay un mejor lugar que no sean sus moradas? Este salmo dice que es bienaventurado el que habita en la casa de Dios.
Otra cosa es, que este Salmo nos hace entender que no hemos de alabar a Dios pasajeramente, sino que perpetuamente vamos a glorificar su santo nombre.
Amado hermano y amigo, pongamos nuestras fuerzas en Dios en medio de todas estas ocurrencias el día de hoy, y de esta manera seremos llamados bienaventurados.