El Salmo 146 pertenece a una serie de cinco salmos conocidos como «los Salmos aleluya». En todo el libro de los Salmos podemos leer sobre victorias, derrotas, pecados, dudas, aflicción, guerra, enemigos, bajas y altas, etc. Sin embargo, en esta serie de salmos «aleluya» solo encontramos alabanza a nuestro Dios.El salmista da apertura a su cántico con las siguientes palabras:
1 Alaba, oh alma mía, a Jehová.
2 Alabaré a Jehová en mi vida;
Cantaré salmos a mi Dios mientras viva.Salmos 146:1-2
Una orden a nuestra alma para que alabe a Dios
Este cántico comienza directamente con la palabra «alabar», lo cual da una exhortación a su propia alma para que alabe a Dios. Dice: «Alaba, oh alma mía, a Jehová». Esto también nos invita a comprender que la alabanza es algo que debe salir de nuestra alma, que debe fluir desde nuestro espíritu. Recordemos Dios corrigió al pueblo de Israel porque su alabanza no provenía del corazón, y aquí el salmista tiene bien claro que aquella alabanza que Dios acepta es la que proviene del corazón.
Alabaré a Dios con mi vida
Decir estas palabras no son tan sencillas como parecen. ¿Alabarás al Señor con tu vida? Esto de alabar a Dios con nuestras vidas va más allá que las palabras, es demostrar con hechos que alabamos realmente al Señor, y el Salmista está diciendo que él alabará al Señor continuamente, progresivamente, que siempre cantará salmos delante del Señor.